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jueves, 16 de octubre de 2008

La Ciencia por Gusto

Posted: 15 Oct 2008 03:30 PM CDT
por Martín Bonfil Olivera
Publicado en Milenio Diario, 15 de octubre de 2008

Medusas y apuestas científicas

Al principio fue la curiosidad, la inútil curiosidad. En 1955 el científico japonés Osamu Shimomura fue comisionado por su jefe en la Universidad de Nagoya para estudiar por qué el molusco Cypridina brillaba en la oscuridad.

Shimomura logró aislar la proteína bioluminiscente que, mediante una reacción química, producía el brillo. Fue contratado en la Universidad de Princeton, donde comenzó a estudiar por qué la medusa Aequorea victoria brillaba con luz verde. Lo que descubrió en 1962 fue otra proteína bioluminiscente, que llamó aequorina. Pero la aequorina brillaba en color azul; la medusa viva, en verde. ¿Por qué?

Respuesta: había una segunda proteína, pero fluorescente (es decir, que brillaba con sólo recibir luz azul o ultravioleta, sin reacciones químicas) y emitía luz verde. La proteína verde absorbía la luz azul de la aequorina para darle su fantasmal brillo verdoso a las medusas. A falta de imaginación, esta segunda proteína se llamó "proteína verde fluorescente" (GPF).


En 1988 Martin Chalfie, de la Universidad de Columbia, oyó hablar de la GFP y se dio cuenta de su inmenso potencial como marcador molecular. Se le ocurrió pegarla, mediante ingeniería genética, a otras proteínas. Así, el brillo de la GFP revelaría donde se hallan éstas dentro y fuera de la célula.

Finalmente Roger Tsien, de la Universidad de California, logró modificar la GFP con ingeniería de proteínas. Produjo variantes que brillaban con luz cian, azul y amarillo. También identificó proteínas similares en otros organismos, incluyendo una de brillo rojo proveniente de un coral. Así se completó una paleta de colores que hoy permite estudiar la localización y movimientos de proteínas en células vivas con un nivel de detalle inimaginable hasta hace poco.

Usted ya lo sabe: esta historia termina con un premio Nobel de química. Pero, ¿cuál es la moraleja? Que la ciencia no es un sistema dirigido, que se pueda forzar para obtener resultados predeterminados. Es más bien un sistema de apuestas, donde sólo comprando muchos boletos —apoyando una gran cantidad de ciencia "básica"— puede de vez en cuando ganarse un premio mayor. Como el obtenido a partir de la "inútil" curiosidad de Shimomura, que quería saber por qué brillan las medusas.
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